Ribadeo
Ribadeo
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La Ribadeo es último pueblo, por la línea de costa de la Galicia Cantábrica, de la Mariña Lucense, después del río Eo, estamos en Asturias.
El origen de Ribadeo se conoce con la existencia de alguna mámoa que testimonia un poblamiento temprano, al igual que sucede con los numerosos castros y los hallazgos de torques y de una diadema, los cuales evidencian una floreciente cultura del bronce en esta zona. Pero, realmente sólo a partir del siglo XII se puede hablar de una historia de Ribadeo con fundamento. Hacia 1128 Alfonso VII llevó a cabo un reordenamiento territorial, ampliando las tierras de realengo a costa de las del obispo. A principios del siglo XII la zona estaba densamente poblada, de ahí que Fernando II, en 1183, decidiese crear una villa, es decir, elevar el rango al núcleo ya existente, otorgándole una carta con varios privilegios, entre ellos el de la posibilidad de celebrar un mercado. A comienzo de los tiempos modernos, hacia los 1500, Ribadeo se encuentra bajo el dominio particular de sus condes, en lo que concierne a su gobierno, y desde el punto de vista económico la villa se encontraba estrechamente vinculada a la economía del Atlántico, gracias a las exportaciones de madera en dirección a Sevilla y Lisboa, a la construcción de naves y a la emigración hacia Sevilla e Indias. Hacia mediados del XVIII El comercio de la madera dejó de tener importancia de antaño, y el tráfico del puerto pasó a basarse en la importación de sal, hierro y textiles. Cuando a partir de 1820 se gravaron las importaciones de lino y comenzaron a invadir Galicia los tejidos catalanes, el tráfico comercial y la vida económica del puerto se vio seriamente afectada, aunque pudo sostenerse durante el siglo XIX, al permitírsele comerciar con América.
Las suaves temperaturas estivales y la belleza de sus paisajes han convertido a Ribadeo en un municipio turístico y en un área de segunda residencia para el turismo de calidad, que encuentra en su mar y en su zona rural alicientes fundamentales para la práctica de un turismo verde. Su litoral privilegiado brinda la oportunidad de disfrutar de hermosas playas, siendo su ícono la Playa de las Catedrales, además de coquetos pueblos con sabor marinero, como Rinlo, donde se pueden ver los restos de antiguas cetáreas. Existen además numerosas rutas que harán las delicias de los amantes del senderismo. No en vano, los tramos más bellos del camino de peregrinación a Santiago de los Caminos del Mar y del Norte pasa por las tierras de este municipio.
La oferta artístico-cultural del municipo de Ribadeo es amplia y variada. El patrimonio religioso tiene en las iglesias de San Pedro de Arante (siglo XVIII), Santa Baia da Devesa (siglo XVI), Santa María de Ove (siglo XVII), San Xoán de Piñeira, Santa Baia de Vilaosende, Santa María de Vilaselán (siglo XVIII), Santa María do Campo – conocida como iglesia de San Francisco- y el convento de Santa Clara sus máximos exponentes, además de varias ermitas y capillas diseminadas por todo el territorio.
La arquitectura civil presenta dos tipos de construcciones, según se traten de construcciones civiles o militares. Entre las primeras destaca la Casa Consistorial o Pazo de Ibáñez (neoclásico del siglo XVIII); el Pazo de Cedofeita, construido a finales del siglo XV o principios del XVI. Todo el edificio está construido en pizarra, con los esquinales y dinteles en granito. Su planta es rectangular, con dos pisos y una torre. El conjunto se completa con hórreo, palomar, molino y capilla; Restos del Pazo de Quinta Longa (Vilaosende), el edificio de la Aduana (siglo XVIII), testimonio de un pasado económico vigoroso; la casa do Patín, que es la construcción civil más antigua de la villa. A lo largo del casco urbano, todavía se conservan hermosas residencias burguesas finiseculares, con influencia indiana, como el edificio del Mercado Municipal, construido en 1935. Mención aparte merece la Torre de Los Moreno, que se ha convertido emblema de la villa.
Finalmente, como ejemplo de arquitectura militar, hay que destacar el castillo de San Damián, construido a principios del siglo XVII por el Marqués de Cerralbo.